Lo anunciábamos en este medio y así fue. Sinesia Medina se lanzó a la piscina en el pleno de esta semana para pedir la dimisión del alcalde de Gáldar por perder la sentencia de los 29 despidos de agosto de 2011, que fueron declarados nulos, pero que posteriormente se incluyeron de forma legal dentro del ERE ejecutado por el Consistorio.

La jugada de Coalición Canaria, desde el punto de vista de los argumentos, se quedaba bastante coja: es la única sentencia contraria de muchas otras positivas que han permitido al Ayuntamiento adecuar su plantilla a su realidad económica y financiera. Pero es que desde el punto de vista político, ha sido un estrepitoso fracaso: y es que Coalición Canaria se quedó completamente sóla votando su moción, que no fue apoyada ni siquiera por sus compañeros de oposición.

Su gallardía les ha costado un ridículo considerable, que incluso ha permitido evidenciar cómo PP-UPG y CCN daban por buena la gestión de personal y el conjunto de sentencias que poco a poco han ido justificando la legalidad de los ERE y las medidas tomadas por el grupo de gobierno BNR-NC-PSOE. Sinesia Medina y sus dos compañeros se quedaron solos votando una moción que, además, según muchos apuntan, fue redactada por el sindicato UGT. De hecho, el propio alcalde decía que “esta moción no la ha redactado Sinesia Medina, todos sabemos quién la ha redactado, en este pueblo nos conocemos todos (…) y dígale a quien se la redactó que la próxima vez la asesore mejor”.

La oposición fácil que pretenden hacer algunos, les termina costando demasiado cara. Se evidencia con sus mociones y sus argumentos que no tienen ni la más remota idea de lo que hablan, lo cual es absolutamente grave en una persona como Sinesia Medina que además ha sido directora general de Empleo del Gobierno canario y se presume que debería conocer más de este tipo de medidas. Pero si eso fuera así, no tendría necesidad alguna de tener que dejarse llevar por un sindicato quemado por sentencias y realidades como puños.

Pero la oposición y su (des)nivel no se limitan al caso de Coalición Canaria. En PP-UPG pudimos volver a asistir a otra de sus ya tradicionales incoherencias. Y es que después de presentar sendos escritos criticando el cambio de hora de este pleno a por la mañana por la manifestación de La Aldea, pudimos ver como una de sus firmantes, la edil Rosario Suárez, levantaba la mano para votar a favor en el punto del pleno en el que este cambio de hora de sometió a votación. Esto sí que es para mear y no echar gota. Del otro firmante, una vez más, no podemos hablar, porque a pesar de ser el presidente (sic) de su partido, otra vez más no ha podido ejercer el derecho que le asiste para acudir a los plenos. No ha podido o no ha querido, porque lo cierto es que dentro de poco ya empezarán a contarse por docenas, como los huevos de las gallinas, los plenos a los que no ha asistido por “motivos laborales”.

Y siguiendo con las incoherencias y mentiras de algunos de nuestros políticos, llegamos al caso omiso que le está haciendo el Cabildo al problema Bocabarranco y su último engaño, la última vuelta de tuerca a un problema histórico de Gáldar. Según el propio alcalde ha denunciado, el 15 de octubre en una comisión del Cabildo solicitó información sobre el estado de los proyectos del emisario y depuradora, recibiendo como respuesta que “no sabían nada, se desconocía hasta el momento”. Dos días después se efectuaba el registro de entrada de la solicitud del Cabildo para realizar tres nuevas catas en la zona, lo que evidencia que algo de información sí que había. Parece que algunos en el Cabildo están más preocupados del electoralismo populista de salir en medio de una manifestación, cual Dios omnipotente, a anunciar el advenimiento del mesías y la solución de todos los problemas habidos y por haber, que de ocuparse de la realidad de un municipio como Gáldar que asume desde hace ya demasiado tiempo la inoperancia del Consejo Insular de Aguas.

Gáldar no puede seguir aguantando más aguas residuales vertidas sin control en Bocabarranco, y mucho menos debe asumir el municipio la gestión de las aguas residuales de Guía. El problema ya se extiende demasiado en el tiempo y adquiere unas dimensiones tales como para que alguien, de una vez por todas, asuma su responsabilidad. Y ese alguien se llama, en última instancia, José Miguel Bravo de Laguna, como presidente del Cabildo Insular de Gran Canaria y máximo responsable del Consejo Insular de Aguas. Pero, sobre todo, lo que Gáldar no puede seguir aguantando son dos cosas: por un lado, un Cabildo que, encima que no soluciona los problemas, se ríe de todos los galdenses en nuestra propia cara, y por otro, a una oposición perdida cual Robinson Crusoe en su isla desierta, esperando que algún día aparezca Viernes y les ilumine el camino. Gáldar no se merece ni este trato, ni a esta oposición.

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