Según señala el arqueólogo de la Unidad de Patrimonio Histórico del Cabildo grancanario, el galdense José Guillén, la complejidad del entorno cultural y natural de Risco Caído, obliga a las administraciones implicadas a arbitrar mecanismos de identificación, protección y gestión para el futuro de las zonas afectadas que implica a los municipios de Artenara, Tejeda, Gáldar y Agaete.

“Tradicional y secularemente los habitantes de la zona han visto siempre como una amenaza y un freno a sus actividades todos los elementos de protección que desde la administración se han articulado para implementar la cuenca de la cumbre de Gran Canaria. Por ello, el reto más importante que tenemos es activar la participación con todos los implicados para que terminen entendiendo esta propuesta de convertir Patrimonio de la Humanidad Risco Caído y los espacios sagrados de montaña como suya; tenemos que seguir haciendo esfuerzos para que contemplen el patrimonio no como un obstáculo sino como un elemento de desarrollo local de las actividades tradicionales, que añade valor al territorio en el que viven. El consenso político, técnico y científico que existe alrededor de Risco Caído, hay que trasladarlo a la sociedad de la zona en su conjunto”, señala Guillén, que hoy miércoles ofrece una conferencia en el marco de la quinta edición de las jornadas de Risco Caído que se clausuran en la Casa de Colón con la participación de los investigadores Clare Tuffy y Reuben Grima.

“Deseamos para la zona la concurrencia de un turismo sostenible de carácter ambiental que tenga un impacto mínimo sobre el territorio y que difiera del modelo devorador con el territorio que se ha desarrollado en la costa de la isla. Muchos de esos pagos de cumbre se están abandonando por la falta de expectativas. Este proceso lo que desea es articular un modelo que las posibilite respetando el ecosistema social y ambiental de la cumbre”, añade el arqueólogo.

A juicio de Guillén, la zona concita interés por varios elementos: “Desde el hábitat troglodita a las prácticas trashumantes que aún perviven, la adaptación al territorio de las terrazas de cultivos, los excepcionales yacimientos relacionados con la astronomía que en la actualidad operan tal como los antiguos habitantes los manejaban, todo ello perviviendo y superponiéndose en un mismo espacio durante cientos de años que podemos leer en el paisaje”, dice.

Risco Caído y su posible declaración como Patrimonio Mundial por parte de la UNESCO marcará un antes y un después en Gran Canaria en los modelos de gestión aplicados al patrimonio hasta el momento. En eso coinciden todos los técnicos y especialistas consultados. También José Guillén lo cree: “Hasta la fecha hemos estado acostumbrados a gestionar bienes de carácter arqueológico, etnográfico y arquitectónico desvinculados unos de otros, a la implementación de políticas conservacionistas, preventivas y de investigación. Ahora,  la definición de paisaje cultural nos lleva a un nuevo modelo de gestión en el que se prima la conservación, pero también el desarrollo local y el uso de dichos espacios. Para el Cabildo es un reto que debemos salvar con nuevos argumentos de gobernanza, indiscutiblemente”, concluye.

 

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