Junto al resultado de la restauración, la sala, que abre al público coincidiendo con las fiestas de Agaete, ha sido presentada por el consejero insular de Cultura; Carlos Ruiz; el alcalde y el concejal de Cultura de la localidad, Juan Ramón Martín y Javier Gil, respectivamente, y el vicario general de la Diócesis de Canarias, Hipólito Cabrera.
Se trata de una habitación anexa al retablo mayor de la Iglesia de la Concepción, la cual fue considerada por todas las partes implicadas (Cabildo, Ayuntamiento y Diócesis de Canarias) como la mejor ubicación posible para una pieza excepcional cuya conservación exige condiciones (seguridad, temperatura, humedad…) de las que carecía en su anterior emplazamiento, la marinera Ermita de las Nieves, en la que, no obstante, quedará instalada una réplica.
Adjudicadas a Construcciones Rodríguez Lujan S.L., las obras han supuesto una inversión de 49.444,76 euros y durado algo más de tres meses. En la nueva ubicación, se han colocado paneles ignífugos, pavimento de cantería y modernas instalaciones de iluminación. Además, la sala ha sido dotada de instrumentos de vigilancia y seguridad, así como de sistemas para la regulación ambiental.
Pero la intervención no sólo ha afectado a la sala; también al retablo. El especialista en paneles de madera del Museo del Prado, José de la Fuente Martínez, inició su restauración a finales del pasado año, reparando soportes, grietas y fisuras, y la técnico del Servicio de Cultura y Patrimonio Histórico del Cabildo María Cárdenes continuó aquel trabajo, que había costado otros 18.000 euros (la inversión total de la Corporación, entre a sala y la restauración de la pieza, ha rozado los 70.000 euros).
Actualmente, las tablas están divididas en cinco piezas. La tabla central representa a la Virgen con el Niño y las laterales están dedicadas a San Antonio Abad y a la escena de La Estigmación de San Francisco de Asís.
En la zona inferior de la tabla central se encontraba la imagen de los donantes (Antón Cerezo, su hijo Francisco Palomar y Sancha Díaz de Zorita) pero estas imágenes están actualmente separadas en dos óvalos.
Procedente de Flandes y comprada por intermediación de un hijo de Antón Cerezo, la obra fue traída a Gran Canaria a principios del siglo XVI.
El comprador empleó para ello los beneficios de la venta del azúcar que exportaba a diversos países de Europa. A Cerezo, de ascendencia italiana, le correspondieron terrenos en Agaete, donde ya había tradición de culto a la Virgen de las Nieves. Además de traer esta obra, decidió edificar una ermita y un monasterio en 1532.
En varios documentos se plantea la existencia de un segundo retablo, en paradero desconocido. La historiadora Constanza Negrín defendía la tesis de que las cinco tablas hoy conocidas pertenecían a dos retablos, pero estudios llevados a cabo por los técnicos insulares parecen confirmar que estas cinco piezas pertenecen a un mismo tríptico desmantelado en su día, ocasionándoles desapariciones del paisaje en las zonas superiores.
Y es que la historia material de esta obra es extensa, con sucesivas intervenciones que provocaron el desmembramiento del tríptico y de las zonas que servían de nexo entre las tablas, así como con modificaciones de los marcos originales en las tablas laterales y la eliminación y construcción de otro para la central. La predella que representaba a los Apóstoles se halla en paradero desconocido, aunque hay indicios que podría estar en Italia, y a finales del siglo XVIII se ocultó la imagen central de la Virgen por un repinte general que modificó totalmente su aspecto. La recuperación del original fue realizada en los años 60 por el restaurador Julio Moisés.