El próximo martes, 8 de mayo, se conmemoran los cincuenta años de la muerte del pintor Antonio Padrón, una de las cumbres artísticas de Gran Canaria y Canarias en el siglo XX. Con tal motivo, la Casa-Museo Antonio Padrón. Centro de Arte Indigenista, espacio del Cabildo en Gáldar, ha organizado un ciclo de conferencias para recordar y rendir homenaje al artista, nacido en 1920 y camino por lo tanto de cumplir el centenario de su nacimiento.
La primera de las conferencias tendrá lugar este lunes, 7 de mayo, a las 20.00 horas, en el Templo Matriz de Gáldar, al término de la misa que se impartirá por el alma del artista y su familia. Uno de los mayores conocedores de su obra y su legado, Antonio González Rodríguez, profesor emérito de Teoría del Arte Contemporáneo de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), disertará alrededor de la obra inconclusa de Padrón, la Piedad que se puede contemplar en el caballete de su estudio. González ahondará en el tratamiento de la Piedad en el Renacimiento.
El propio González protagonizará la segunda de las conferencias programadas, esta vez en la casa-museo del autor. La cita tendrá lugar también a las 20.00 horas con entrada igualmente libre y gratuita hasta completar aforo y bajo el título ‘Finis coronat opus: La Piedad, de Antonio Padrón, en el 50 Aniversario de su muerte’.
Antonio Padrón Rodríguez nació, vivió y murió en Gáldar. Pintor, escultor, ceramista y compositor, entre otras facetas creativas, su existencia transcurrió en una íntima simbiosis con su tierra y con su gente. La tierra y la gente de su alrededor no fueron sólo la tierra y la gente que él llevó a sus cuadros y las que dieron razón de ser a su arte: constituyeron también el mundo al que el artista estaba unido vitalmente. Su aspiración a un arte genuino, alejado de toda influencia, y su carácter solitario, dan a su obra una singularidad especial dentro de la plástica canaria de S XX.
En términos generales, la pintura de Antonio Padrón puede situarse dentro del ancho margen que abarca el movimiento expresionista. Se definía como “expresionista sin desgarraduras”, para no adscribirse, como señala Lázaro Santana, a ninguno de los tres grandes bloques característicos en que suele dividirse este movimiento: realismo social, fauvismo y expresionismo psicológico. La obra de Padrón participa de algunas o de todas estas características pero sólo en aisladas ocasiones puede afirmarse su definitiva adscripción a uno de ellos.
Al expresionismo lo vincula permanentemente su gusto por lo popular, la reelaboración que el hace en sus cuadros de las costumbres, los mitos y el folklore insular. Por otra parte, la revalorización de los elementos del primitivo arte autóctono propugnada por los pintores y escultores de la Escuela Luján Pérez (Felo Monzón, Jesús Arencibia, Jorge Oramas, Plácido Fleitas…), le descubrieron el sorprendente universo pictórico que ofrecía la isla.
Nació así una pintura indigenista insular cuyas características distintivas residían, según Padrón, en los “propios ocres y rojos, en los tonos cálidos” que tenían la tierra canaria, “situada alrededor del volcán”.