El presidente de la Sociedad Europea para la Astronomía, César González, considera que Risco Caído supone la apertura de una compuerta al pasado prehispánico de Gran Canaria, un lugar conduce al conocimiento de la sociedad que habitaba la isla antes de la Conquista.
César González, que participó en la primera sesión de las VI Jornadas de Risco Caído y Espacios Sagrados de Montaña, ha aprovechado su estancia en Gran Canaria para visitar este templo aborigen y su prodigioso fenómeno solar y se refirió a las analogías con otros pueblos desaparecidos.
La comunidad prehispánica grancanaria “no tuvo cercanía geográfica con otras sociedades en otros lugares del planeta”, sin embargo, “cuando las sociedades humanas se enfrentan a desafío similares, las soluciones a las que se llegan son muy parecidas”.
González, enlazando con el tema de su conferencia sobre “La astronomía y el paisaje en la Edad de Hierro del noroeste de la península”, aseveró que los cielos en Canarias y de Galicia no son exactamente los mismos pero las soluciones a las que se llegan son muy parecidas, ahí es donde está la conexión. “La creación de marcadores solares y lunares es un punto en común, o el uso de calendarios no como contadores de días, sino con una significación religiosa” aclara el investigador.
El lado oscuro del calendario celta
Durante su intervención hizo referencia al carácter dual del tiempo de los pueblos celtas que se encuentra en la contraposición entre la oscuridad y lo brillante. Remarcó ante los asistentes la parte oscura de la organización temporal de estas comunidades que cuentan los días a partir de la noche. También resaltó las dificultades de las investigaciones sobre los pueblos celtas debido a la falta de un fósil director, ya que muchas piezas existentes se conservan en museos y por lo tanto no están en su ubicación original, dato necesario para determinar su posición precisa respecto a sol y la luna.
Un complejo astronómico con forma de dinosaurio
El horizonte artificial de las 13 torres de Chankillo, bautizado por la prensa como la espina del dinosaurio, es el punto de atención de las últimas investigaciones en la disciplina de la arqueoastronomía en Perú y aspira también a ser Patrimonio Mundial. Con una extensión de 2.000 hectáreas, el espacio abarca diversas zonas de interés arqueoastronómico compuestas de distintos enclaves. En la actualidad, las investigaciones han llegado a afirmar que el Perú prehispánico, e incluso anterior a la civilización inca, celebraba grandes banquetes con música y cerveza de maíz que se denominaba chicha.
El investigador Iván Ghezzi, director del Museo Nacional de Arqueología de Perú, presentó las evidencias en torno a la relación del sol con este complejo astronómico que se ha datado como el más antiguo del continente americano. El complejo está formado por trece torres levantadas en línea, de norte a sur sobre la cima del monte Chankillo.
Esta espina dorsal, compuesta por trece protuberancias sobre un montículo, que asemeja a un dinosaurio recostado, certifica el control del tiempo a través del paisaje de las comunidades que habitaron en esta zona. El arco del cielo sobre este horizonte dentado corresponde con exactitud al recorrido del sol a lo largo del año. Estas investigaciones no solo ofrecen testimonio de la definición de los calendarios anuales, también arrojan luz sobre la influencia que tuvieron en las civilizaciones posteriores, en las que los gobernantes basaban su legitimidad como “hijos del sol” y que les otorgaba privilegios sobre los demás.
Experiencia traumática pero con final feliz
Durante su intervención, Ghezzi se refirió a la historia más reciente de dicho complejo astronómico protagonizada por el enfrentamiento de la población del lugar con el Gobierno, que planeaba erigir un centro penitenciario dentro del área protegida que espera la calificación de la Unesco, lo que habría terminado con esta aspiración.
El investigador destacó la valentía de la población que logró detener por completo el proyecto. “A la vez, la defensa de la integridad Chankillo consiguió fortalecer la identidad de la población de Casma, provincia donde se ubica el complejo astronómico”.
Por ello, el punto recurrente de los investigadores y participantes en las Jornadas de Risco Caído ha sido la necesidad de preservar el entorno y concienciar a la población del incalculable valor que tienen estos vestigios del pasado. La mayoría de estos enclaves, en muchos casos muy frágiles, no podrían soportar la presión turística que sufre, por ejemplo, Machu Picchu y por eso la apuesta es la búsqueda de formas alternativas para disfrutar las riquezas legadas por los antepasados.