A finales del siglo XIX la citada talla de Nuestra Señora de la Encarnación o Virgen de la Vega, fue guardada envuelta en un saco en un alpendre por un particular, tras el desmantelamiento de la ermita en la que se encontraba, en la Cuesta de la Encarnación en la Vega Mayor de Gáldar, hasta que en el siglo XX se hace cargo de la misma Antonio Rosas, en ese momento alcalde de Gáldar, quien la traslada a las Casas Consistoriales en donde ha permanecido hasta la fecha.
Conservada en una urna de cristal, la mencionada Virgen se trata de una pieza de reducidas dimensiones, cuya cara y manos están talladas en madera policromada, y su vestimenta está realizada por telas estofadas, también policromadas.
Los trabajos de restauración que costarán 4.500 euros y llevará a cabo Inés Cambril, devolverán la estabilidad física y estética a la obra, garantizando la perdurabilidad de su conjunto. Se corregirá la degradación de los materiales constitutivos de esta talla y se limpiará la suciedad de su superficie, que ha venido provocando el amarilleamiento de sus barnices originales. Los movimientos de su manipulación, debido a su función procesional, ha provocado, asimismo, fracturas en la imagen y la pérdida de un dedo de su mano derecha, así como el deterioro de los materiales de su ropaje estofado, debido al continuo rozamiento con el interior de la urna acristalada que protege a la Virgen.
La imagen es sacada en procesión durante la Bajada de la Virgen de la Vega, una fiesta que se comienza a celebrarse en el año 1994 para recordar la existencia de la ermita. La bajada es muy popular en Gáldar, donde los vecinos de la zona acompañan a la Virgen que sale desde las Casas Consistoriales, visitando la Cuesta de la Encarnación y entronizando la imagen en la zona de Huertas del Rey, mientras es acompañada de cantos populares. La fiesta culmina con una gran comida vecinal que se alarga hasta bien entrada la tarde.