Cuarenta años después de su concepción, este conjunto es una referencia para el arte en Canarias, por la vigente novedad de la propuesta y la calidad de sus piezas, pero también un reflejo de un periodo histórico de profundos cambios políticos y sociales para España.
La exposición ‘El imaginario insular’, que se exhibirá hasta el día 28 de febrero en la Casa Museo Antonio Padrón, encaja perfectamente en el ideario del centro dependiente de la red de museos insulares de la Consejería de Cultura del Cabildo de Gran Canaria, que se ha proyectado en su nueva etapa -tras experimentar en su espacio una importante reforma-, en el único centro de Canarias que recoge la aportación plástica que formuló la corriente indigenista en el contexto de la historia del arte canario. La muestra (entrada libre) puede visitarse de martes a domingos (incluidos festivos), de 10.00 a 18.00 horas.
La exposición recoge, además, las placas originales que sirvieron para tirar los grabados, así como objetos personales, las herramientas de trabajo y utensilios diversos como planchas, gubias, punzones, rodillos o tórculos, entre otros, que emplearon en su día los tres artistas para realizar estos aguafuertes. También la Casa Museo Antonio Padrón, a través de su DEAC, pondrá en marcha con motivo de esta muestra, el taller educativo ‘Graba2’, que se impartirá a docentes de Primaria en horario de mañana, así como el de grabado que impartirá Andrea Basaez, el día 13 de febrero, a las 11.00 horas, en el que se ofrece al público la oportunidad de recrear alguno de los grabados de Antonio Padrón que se custodian en su casa-museo.
TRES VISIONES. La exposición incluye los quince aguafuertes creados en 1975 por Juan Ismael (1907-1981), Rafael Monzón, (1910-1989) y Santiago Santana (1909-1996), tres de los artistas contemporáneos más significativos de Canarias.
A través de sus respectivas miradas, la serie desarrolla una personal, íntima y visceral exposición de Las Afortunadas, en la que el surrealismo onírico y la canariedad perturbadora de Juan Ismael se enfrentan a la tangible realidad social del mundo campesino visto por Felo Monzón.
Santiago Santana ofrece, por su parte, una visión muralista de los personajes, con anatomías rotundas, cuasi arquitectónicas, que llenan por completo cada ángulo de la obra y cuyo aspecto sosegado y ausente se distancia de la dureza de los rostros de Monzón.
Sus imágenes (cada uno diseñó cinco estampas que reflejaban las principales características de sus respectivas trayectorias artísticas) recrean el imaginario del archipiélago canario, compuesto por el mar, las barcas, los cardones, la arquitectura de los riscos, la tierra, las mantillas, las palmeras o los volcanes, en un recorrido que irremediablemente conduce hasta las Islas.
La visión muralista de los personajes de Santiago Santana, de anatomías rotundas, cuasi arquitectónicas, que llenan por completo cada ángulo de su obra, se distancia de la propuesta de sus otros dos compañeros incluidos en esta exposición. A juicio del historiador del Arte, Franck González, “la novedad de la propuesta y la calidad de las piezas convierte estos quince aguafuertes –cuarenta años después- en una referencia para el arte en Canarias, pero también en un reflejo permanente de un periodo histórico de profundos cambios políticos y culturales en nuestro país”.