Desde las 6 de la mañana los más animados de la verbena de la víspera pudieron bailar durante una hora más, y de paso, despertar a medio barrio con la diana a cargo de la banda Isleña, que fue la encargada de anunciar a los vecinos que ya estábamos en los inicioa del día grande.
Casi no había acabado la diana y el servicio de limpieza desplegado su dispositivo especial para la ocasión cuando comenzaban a llegar las primeras cabezas de ganado que participarían en la feria de ganado, una de las más antiguas de las que se celebran en la isla y cuyos primeros premios desfilarían ante el patrón antes de la procesión.
Sobre las doce de la tarde comenzaba la solemne función religiosa, oficiada por primera vez por el Obispo de la Diócesis de Canarias, Francisco Cases. Pasada la una y media de la tarde hacía su aparición en el pórtico de de la iglesia la imagen del patrón acompañado de las reinas y el rey de las fiestas, la Banda municipal y de las autoridades locales, con el alcalde, Teodoro Sosa, a la cabeza.
Entre tracas de voladores y los vivas a San Isidro, las imágenes realizaron su recorrido anual por las calles del barrio, cumpliendo así con una tradición centenaria en el barrio.
Y así, después del tradicional almuerzo familiar, volvió el jolgorio con la celebración de la batalla de flores, donde más de uno se desahogó con el vecino de los vaivenes de todo un año. Posteriormente, la plaza acogió el concierto de En-cantadoras que pone y punto y final hasta el próximo año a las fiestas del compatrón del municipio.
