Un matasellos emitido y diseñado por Correos y Telégrafos en base a un boceto del escritor y poeta visual grancanario Ángel Sánchez, Premio Canarias de Literatura 2018, conmemora el 50 aniversario del fallecimiento del pintor Antonio Padrón (Gáldar, 1920-1968).
El matasellos es fruto de la colaboración entre la Consejería de Cultura del Cabildo de Gran Canaria que dirige Carlos Ruiz a través del Servicio de Museos; de Correos y Telégrafos y del Grupo Filatélico de Tenerife. La pieza será presentada este martes, 8 de mayo, a las 11.00 horas, en la Casa-Museo Antonio Padrón. Centro de Arte Indigenista, en Gáldar, coincidiendo con la fecha de su muerte.
El director de la oficina de Correos en Gáldar, Jorge de la Fe, explica que todas las cartas y envíos que se sellen este martes desde la localidad llevarán impreso el diseño de Ángel Sánchez, con lo que la efemérides llegará a múltiples puntos de las islas, la Península y el extranjero. Además, permanecerá durante diez días en las dependencias para que cualquier coleccionista o ciudadano o ciudadana particular puedan solicitar una impresión.
Está prevista la asistencia al acto de presentación de la jefa de la Red de Oficinas de Correos y Telégrafos en Canarias, Berta Pérez; del concejal de Cultura del Ayuntamiento de Gáldar, Julio Castillo; y de la jefa del Servicio de Museos de la corporación insular, Alicia Bolaños.
También este martes, a partir de las 20.00 horas, Antonio González Rodríguez, profesor emérito de Teoría del Arte Contemporáneo de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), disertará en la casa-museo sobre la obra inconclusa de Padrón, la Piedad que se puede contemplar en el caballete de su estudio. González ahondará en el tratamiento de la Piedad en el Renacimiento. La entrada a la conferencia es libre y gratuita hasta completar aforo.
Antonio Padrón Rodríguez nació, vivió y murió en Gáldar. Pintor, escultor, ceramista y compositor, entre otras facetas creativas, su existencia transcurrió en una íntima simbiosis con su tierra y con su gente. La tierra y la gente de su alrededor no fueron sólo la tierra y la gente que él llevó a sus cuadros y las que dieron razón de ser a su arte: constituyeron también el mundo al que el artista estaba unido vitalmente. Su aspiración a un arte genuino, alejado de toda influencia, y su carácter solitario, dan a su obra una singularidad especial dentro de la plástica canaria del siglo XX.
En términos generales, la pintura de Antonio Padrón puede situarse dentro del ancho margen que abarca el movimiento expresionista. Se definía como “expresionista sin desgarraduras”, para no adscribirse, como señala Lázaro Santana, a ninguno de los tres grandes bloques característicos en que suele dividirse este movimiento: realismo social, fauvismo y expresionismo psicológico. La obra de Padrón participa de algunas o de todas estas características pero sólo en aisladas ocasiones puede afirmarse su definitiva adscripción a uno de ellos.
Al expresionismo lo vincula permanentemente su gusto por lo popular, la reelaboración que él hace en sus cuadros de las costumbres, los mitos y el folklore insular. Por otra parte, la revalorización de los elementos del primitivo arte autóctono propugnada por los pintores y escultores de la Escuela Luján Pérez (Felo Monzón, Jesús Arencibia, Jorge Oramas, Plácido Fleitas…), le descubrieron el sorprendente universo pictórico que ofrecía la isla.
Nació así una pintura indigenista insular cuyas características distintivas residían, según Padrón, en los “propios ocres y rojos, en los tonos cálidos” que tenían la tierra canaria, “situada alrededor del volcán”.