En el año 1918 un fuerte vendaval arrasó con la cubierta de la iglesia de Santo Domingo de Guzmán de Juncalillo, en los Altos de Gáldar. En aquel momento, sus vecinos, atribuyeron al santo el milagro de que no hubiera víctimas mortales y a modo de acción de gracias prometieron ofrecerle cada año las ramas que crecen en los montes.
Ese voto se mantiene intacto 101 años más tarde y el pasado mes de agosto celebró su centenario. Pero a pesar de que la tradición se mantiene intacta, el paso del tiempo ya había hecho su efecto sobre la cubierta de la ermita, que sufría constantes filtraciones en su interior.
Precisamente cuando se conmemoraba el centenario, el alcalde de Gáldar, Teodoro Sosa, se comprometió en el pago al arreglo de la cubierta para devolver al templo el esplendor que merece como el más importante monumento de la cumbre de Gáldar.
Ocho meses más tarde la promesa se ha convertido en realidad gracias a la aportación económica del consistorio y del Obispado de Canarias, que también ha participado en las obras de conservación del templo.
La actuación ha ido más allá y se ha renovado la instalación eléctrica y la iluminación interior, se han construido unos nuevos bancos en el lateral de la iglesia y se ha acabado con la pintura de todo el edificio.
Esta sábado tenía lugar la celebración de la primera misa tras las obras, oficiada por el vicario general, Hipólito Cabrera, que contó con la presencia del alcalde de la ciudad y otros ediles de la corporación como Julio Mateo o Pilar Mendoza.
En la mirada de los vecinos brillaba la emoción, sobre todo en la Pepe el sacristán, quien ha dedicado su vida al cuidado de la iglesia, o el párroco, Roberto Rivero.
El alcalde agradeció la implicación del obispado y aseguró que esta intervención solo responde a mantener y conservar un legado de los antepasados de Gáldar.
Por delante la ermita de Santo Domingo tiene vida para otros cien años.