El Cabildo de Gran Canaria controlará la colonia de palomas del Cenobio de Valerón con halcones, emisores de sonidos de rapaces y ultrasonidos para impedir la acumulación de excrementos, plumas y cadáveres de aves en descomposición que corroan la toba volcánica donde la población aborigen excavó el granero, así como para evitar riesgos para la salud de la personas, sobre todo al tratarse de un espacio abierto al público.
El principal reto de la actuación es frenar en seco el ataque de bacterias y hongos que desatan alteraciones químicas que desgastan la estructura pétrea de este Bien de Interés Cultural, para lo que se acomete ya la limpieza y desinfección en profundidad del espacio como primer paso, una de las medidas previstas dentro de este proyecto que el Cabildo ha encargado a Arqueocanarias con un presupuesto de 15.000 euros.
No obstante, la retirada de excrementos y restos orgánicos tiene por sí sola un efecto temporal muy limitado si la colonia continúa en el lugar, y por eso se contará con la ayuda de un cetrero para que una pareja de halcones sobrevuele la zona durante 2 días consecutivos cada dos semanas para que las palomas asocien que anidan en el granero y esto sirva de efecto disuasorio, técnica que se ha probado con éxito en otros enclaves de alto valor patrimonial de Canarias, por ejemplo en la Casa de los Coroneles de Fuerteventura.
El apoyo de los halcones forma parte de un plan coral acorde a la normativa de control de palomas que incluye la retirada de nidos y la colocación de jaulas-trampa en diferentes zonas del granero, labor que contará con Jacinto Reina, colombófilo de Guía de larga tradición y experiencia que se encargará de contabilizar el número aproximado de ejemplares.
El proyecto, que ya cuenta con el visto bueno de la Comisión Insular de Patrimonio Histórico del Cabildo, contempla la instalación de un aparato emisor de sonidos ultrasónicos molestos para las aves y otro de sonidos de rapaces que se activan con sensores del movimiento para ahuyentar a las palomas que intenten entrar al granero.
El Cenobio fue objeto de otra labor de limpieza y restauración en 2009, cuando las palomas desaparecieron de forma espontánea del yacimiento arqueológico por los propios trabajos. Sin embargo, al poco tiempo volvieron a colonizar de manera paulatina las ranuras, silos y galerías más elevadas del yacimiento, lo que supone que los espacios que se encuentran en la parte inferior, incluidos tramos de la escalera y rampa de acceso, estén constantemente cubiertos de excrementos que en algunos puntos forman apilamientos de casi 30 centímetros de altura.
Los informes de los técnicos del Cabildo subrayan que las deyecciones de paloma, también llamadas palomina, constituyen un grave peligro para la conservación del patrimonio por el efecto corrosivo de los ácidos úricos y fosfóricos presentes en ellas. Además, la flora microbiana no solo altera químicamente la toba volcánica sino que es proclive a contener especies potencialmente peligrosas para los humanos.