La primera de ellas, es la de tener unos hábitos de vida saludables. Promocione su salud. Odie el tabaco, haga deporte con frecuencia -sudando la camiseta, por supuesto- y mantenga una dieta mediterránea, como la que durante siglos hicieron nuestros antepasados. Así protegerá a las células. Hoy mismo el British Medical Journal publica un trabajo excelente afirmando que frutas, verduras, aceite de oliva y frutos secos controlan el acortamiento de los telómeros, esas estructuras del núcleo de las células responsables en buena parte del envejecimiento.
También hay estudios que sugieren que el ejercicio alarga los telómeros.
La segunda premisa que hay que tener en cuenta es la de conseguir diagnósticos precoces de la segunda causa de muerte en casi todo el mundo. El cáncer le pisa los talones como máxima razón de mortalidad en los países desarrollados. Pronto lo hará en los países en vías de desarrollo. Ahí es donde entra el juego el chequeo perfecto.
No es cosa de repetir cada año análisis de sangre, radiografías, electrocardiogramas y pruebas de esfuerzo cardiológicas. Eso, que se ha estado haciendo hasta hace pocos años, sirve -cuando se realiza de forma indiscriminada- para muy poco. Ya hay consenso en el mundo biomédico sobre que el chequeo perfecto tiene que ser personalizado.
Salvo la mamografía a partir de los 50 años para todas la féminas y la determinación de hemorragias ocultas en heces desde la quinta década para ellos y ellas, el resto de lo que se llama prevención primaria en medicina hay que individualizarlo.
Si es usted varón y en su familia existen antecedentes de cáncer de próstata puede que le convenga realizar una PSA (antígeno prostático específico) con regularidad. Si no, el análisis quizá confunda en lugar de ayudar. Consulte con su médico puesto que los científicos son ahora contrarios a la universalidad del PSA.
Si es mujer, acuda al ginecólogo para que le realice una citología vaginal. Ahora se habla mucho de detectar la presencia del virus del papiloma humano en el cuello del útero como algo complementario y valioso que haga estar más alerta frente al cáncer de cérvix.
Si es fumador empedernido (30 cigarrillos al día) o lo ha sido pero aún no han pasado 15 años desde que lo dejó y ya ha cumplido los 50, quizá haya que hablar de un TAC de tórax. Ya hay muchos estudios certificando que esa prueba, cuando se indica bien, puede disminuir la mortalidad del cáncer de pulmón en un 20%.
Para una enfermedad tan frecuente y severa, ese porcentaje hay que tenerlo en cuenta. Es un test que, como pasa con cualquier chequeo, puede inducir a la sobreactuación médica pero bien indicado está justificado. El cáncer de pulmón diagnosticado en su estadio inicial tiene grandes posibilidades de curarse. Cuando ya ha dado síntomas suele estar avanzado y es mucho más difícil controlarlo.
La última prueba de la que se está hablando mucho es la de la ecografía abdominal para evaluar el diámetro de la aorta. A partir de los 65 años y, fundamentalmente, en personas hipertensas. En estos casos existe un pequeño porcentaje de las veces en el que se encuentra un aneurisma aórtico. Esa patología -que no suele tener síntomas- debuta cuando lo hace de una forma dramática. Si se rompe la aorta, -porque su pared se ha adelgazado mucho- no suele haber salida. Es mucho mejor reparar la lesión de una forma reglada, y sin prisa, y así evitar un accidente letal que tiene grandes posibilidades de ocurrir con el paso del tiempo.
El mensaje es muy simple. Promocionar de forma general, prevenir individualmente. Puede que en unos años hasta la dieta la hagamos de acuerdo con los genes.
Fuente: El Mundo-Salud