Según recogen Sergio Olmo y José Ignacio Sáenz en su obra “Nuevos datos sobre naufrágios de época moderna en la Costa de Gáldar”, el hallazgo tuvo lugar en el verano de 1970, cuando el vecino Domingo Chinea buceaba por la zona. En aquel momento, y utilizando una grúa del empresario inglés Mr. Leacock, se sacaron a la superficie entre cuatro y ocho cañones que transportaba el buque. Algunas de estas baterías militares se encuentran hoy en día en el patio de la Casa Verde de Aguilar, sede de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Gáldar, otra de ellas reposa sobre una cureña decorando los exteriores del restaurante La Fragata y hay constancia de algunas que se encuentran en domicilios particulares.
Los restos del pecio, según la web del museo virtual submarino de Canarias, están completamente tapizados por algas incrustantes, esponjas, anémonas, y muchos pequeños peces característicos de los fondos rocosos y pedregosos, por lo que están muy bien mimetizados y no es fácil localizarlos. A escasos metros de distancia, algo más diseminados, se encuentran los restantes cañones que conforman este singular yacimiento submarino y que aún yacen en el lecho marino.
El lugar es de difícil acceso tanto desde el mar como desde la playa, solo es posible bucear en la zona pocos días de calma en septiembre y octubre, teniendo en cuenta que la zona es frecuentemente usada como campo de olas para la práctica del surf y bodyboard. El oleaje es muy intenso, y el viento y las corrientes marinas suelen arrastrar bastante, dificultando el acceso y la visibilidad por lo revuelto que puede estar el fondo, y las algas en suspensión.
Puesto que se trata de uno de los Bienes de Interés Cultural de mayor interés del patrimonio cultural sumergido en Canarias, deben evitarse las alteraciones en las condiciones de conservación actual, que puedan acelerar su degradación y desaparición.
Hasta ahora, debido a la inexistencia de fuentes, ha sido imposible determinar a qué tipo de navío corresponde y la fecha exacta de su hundimiento, si bien se cree que su hundimiento tuvo lugar a mediados del siglo XVII. Sin embargo, la baja profundidad a la que se sitúa el pecio refuerza la hipótesis que el barco, más que hundirse, quedó varado y se iría resquebrajando con el paso del tiempo debido al fuerte oleaje y a la costa rocosa, hasta sumergirse totalmente.
De lo que no hay duda es de que se trató de un barco de calado importante, prueba de ello es la gran cantidad de cañones documentados -al menos 23- que transportó, algo que solo estaba al alcance de naves de un tonelaje considerable.
Tampoco aclaran las fuentes existentes la bandera de procedencia de la nave, si bien el estudio de los cañones encontrados ha llevado a pensar que se trató de un barco inglés, muy frecuentes en las islas en aquella época.
Se desconocen también las causas del motivo del naufragio, si bien dos hipótesis parecen ser las más aceptadas entre los historiadores. Por un lado, un ataque enemigo que hizo que el barco se escorara demasiado hacia la costa, terminando encallado debido a la poca profundidad de la zona. Por otro lado, una fuerte tormenta pudo haberlo arrinconado contra la costa, haciéndolo encallar igualmente.
Sea como fuere, este buque que lleva reposando más de tres siglos y medio bajo el mar, ha sido fiel testigo de la gran importancia que jugó el municipio de Gáldar y la zona noroeste de la isla en los albores de la etapa moderna del archipiélago, donde el tráfico de buques y el intento de saqueo por parte de enemigos fue una constante en sus aguas.