O, lo que es lo mismo, «caminar 30 minutos al día como recomiendan las Guías de Actividad Física de EE.UU. puede no ser lo suficientemente bueno», apunta Jarett D. Berry, de la Universidad de Texas Southwestern Medical School en Dallas (EE.UU.). Es posible, añade, que haya que incrementar la actividad física para «reducir realmente el riesgo de insuficiencia cardiaca».

La función del corazón es aportar a los tejidos y órganos del cuerpo un flujo de sangre oxigenada suficiente para sus necesidades metabólicas tanto en reposo como durante el ejercicio físico. Cuando se desarrolla insuficiencia cardiaca, el corazón pierde la capacidad de mantener ese flujo adecuado, aun a expensas de aumentar las presiones. La insuficiencia cardiaca se caracteriza por la dificultad para respirar y una capacidad reducida para hacer ejercicio.

La mayoría de las guías aconsejan hacer 30 minutos diarios de ejercicio (unos 150 minutos semanales), de leve a moderado, para reducir el riesgo cardiovascular. Pero, de acuerdo con este trabajo, estas recomendaciones se asocian con un beneficio más bien ‘modesto’ en cuanto al riesgo de riesgo de insuficiencia cardíaca, y sugieren que la ‘dosis mínima’ debería ser de al menos el doble.

¿Cambio de las guías?

Además, la investigación ha encontrado una asociación inversa ‘dependiente de la dosis’ entre la actividad física y la insuficiencia cardíaca: es decir, los niveles mayores de actividad física se asocian con un menor riesgo de insuficiencia cardíaca. Dicha relación se mantiene independientemente de la edad, el sexo, la raza, etc..

Los nuevos datos, que podrían cambiar las actuales recomendaciones de ejercicio físico, se basan de la revisión de 12 estudios realizados en EE.UU. y Europa, e incluyen a 370.460 personas que realizaban diferentes niveles de actividad física al inicio de los estudios. En total se registraron 20.203 casos de insuficiencia cardiaca durante un seguimiento medio de 15 años.

A tenor de esta nueva información, reconoce Ambarish Pandey, de la Universidad de Texas Southwestern, es posible que haya que revisar las directrices en cuanto a la actividad física si realmente se quiere prevenir el riesgo de insuficiencia cardiaca. «Si nos fijamos en la población general –apunta Berry-, hemos tenido un gran éxito en la reducción de la enfermedad coronaria en los últimos 30 años. Sin embargo, las tasas de insuficiencia cardiaca no han disminuido lo suficiente. Los nuevos resultados sugieren que los niveles más altos de actividad física pueden ayudar a reducir el número de casos con la insuficiencia cardiaca».

Fuente: ABC-SALUD

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