Así se puso de manifiesto en el encuentro Novartis-A Tu Salud, donde se expusieron las claves para afrontar una patología que, en la actualidad, afecta a cinco millones de personas en España y en la que las diferencias entre hombres y mujeres a la hora de abordarla son una realidad.

La doctora María Teresa Marín del Centro de Salud General Ricardos (Madrid) y miembro de la redGDPS (Grupo de Estudio de la Diabetes en Atención Primaria de la Salud), advierte de que «sólo el 20 por ciento de las mujeres participa en estudios, tanto en aquellos que se centran en la prevención como los que abordan el tratamiento». Esto va a condicionar, continúa la experta, «que las mujeres, ante la diabetes o patologías cardiovasculares, puedan no tener tratamientos adecuados». Esta enfermedad cobra un especial protagonismo en la mujer mayor donde «no sólo suele pasar desapercibida sino que, además, el 18 por ciento de las mujeres mayores de 75 años no sabe que son diabéticas y se suele asociar a pluri patologías, especialmente cardiovasculares», explica el doctor José Gutiérrez, del Servicio de Geriatría del Hospital Monte Naranco en Oviedo. El estilo de vida sedentario unido a una menor disminución de la masa muscular y el aumento de la grasa plurivisceral generan, según Gutiérrez, «un mayor impacto en la enfermedad de la mujer anciana».

Cuando hablamos de gente mayor «generalmente pensamos en una persona anciana, enferma, con discapacidad funcional, deterioro cognitivo y que está en una residencia, pero esto sólo corresponde a un 20 por ciento de la población mayor de 75 años. El 80 por ciento restante son activos, recogen a los nietos en el colegio, hacen los deberes con ellos… Ésta es la población sobre la que tenemos que implantar medidas de prevención y de educación para la salud», recuerda Gutiérrez. Lo que los expertos denominan «fragilidad en las personas mayores» no es otra cosa que ese deterioro progresivo propio de la edad y es posible actuar en este ámbito, gracias al ejercicio físico. De esta forma, «un adecuado ejercicio físico condiciona una ganancia del 30 por ciento, tanto en la masa como en la fuerza muscular», recuerda Gutiérrez. Y advierte de que «es necesario que aprendamos a prescribir ejercicio físico ya que las estrategias actuales de control dietético no han demostrado ser beneficiosas en las mujeres mayores». Esta misma opinión la comparte Marín quien añade que «prescribimos muy poco ejercicio físico e, incluso, se sabe que las dietas muy estrictas son contraproducentes lo que lleva a pérdida de masa muscular, riesgo de caída y discapacidad. Deberíamos tener más fuerza y motivar a nuestros pacientes para que lo lleven a cabo».

Educar en salud

Las nuevas tecnologías han irrumpido con fuerza en la sociedad y, de manera especial, en el cuidado de la salud. «Son una herramienta adecuada para trasladar la información, la formación y la responsabilidad sobre la enfermedad del paciente. De esta forma podemos educarles en lo que es su patología y que ellos tomen sus propias responsabilidades de su autocuidado. Además, también nos van a servir como método de diagnóstico y terapéutico», afirma Gutiérrez. A modo de ejemplo, «una empresa holandesa ya tiene un sistema de medición de la glucosa a través de la propia piel y esto será una realidad en los próximos cinco años. Incluso, disponemos de programas para el control de la diabetes y registro de glucemias que son herramientas muy útiles, tanto para el enfermo como para sus familiares», matiza el experto.

Más allá del propio paciente, Mercedes Maderuelo, gerente de la Federación de Diabéticos Españoles (FEDE) sostiene que «el cuidador suele estar muy metido en las redes sociales, lo que supone un elemento más para motivarle». Para llevar a cabo todas estas acciones, es imprescindible que el paciente conozca bien la enfermedad. En este sentido, Maderuelo remarca que «la mayoría de los que acuden a las asociaciones y les han diagnosticado la enfermedad están con su médico en la consulta diez minutos y, en ese tiempo, es difícil explicarles qué es la enfermedad y cómo tratarla. Incluso, en ocasiones les dan una hoja a modo de diario en la que se les indica qué deben comer. Es anti motivación, de ahí que acudan a las asociaciones de pacientes para obtener más información y formación». Por ello, no es de extrañar –prosigue–, que «reivindicamos que se invierta más tiempo porque un paciente bien formado es una inversión a largo plazo. Va a tener menos problemas derivados de un mal control y, a nivel económico, generará un menor coste sanitario».

Fuente: La razón-salud

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