El acto tuvo al inicio la puesta en escena de ‘Relatos’ a cargo de ‘Cortometrajes Agaete’, con la escenificación de ‘Diálogos entre ellas’, a cargo de Manola Rodríguez y Paqui Jiménez; ‘La carta del abrigo’, interpretada por Alejandro Armas; y ‘Lapislazuli’, que estuvo a cargo de Ana Bermúdez.
A continuación y después de visionar un vídeo donde se recogía el testimonio de la tarea que envuelve a la mujer en el medio rural de Agaete, se procedió a la lectura de un texto, realizado por las integrantes de la Oficina de Igualdad del Ayuntamiento, que contenía un resumen de la «experiencia vital» de las homenajeadas esa noche, que fueron concretamente: María Dolores Cruz Godoy, Juana Martín Bolaños, Milagrosa Sosa García, Martina Valencia Melián, Constanza Sosa Dámaso, Sebastian Suárez Jiménez, María Dámaso Sosa, y Antonia Expósito Méndez.
Mª DOLORES CRUZ GODOY
Natural de Agaete y vecina del Barrio de San Sebastián.
Esta mujer, madre de cinco hijos a punto de jubilarse recuerda ir embarazada a trabajar con una caja de tomates o un faldo de hierba para los animales en la cabeza.
Su hijo el mayor lo tuvo con 18 años y en ocasiones, lo tenía que llevar al trabajo y allí debía ejercer también de madre prestándoles los cuidados oportunos, porque no tenía con quien dejarlo, ya que su marido también trabajaba.
Su madre se ofrecía a cuidar a sus hijos para que ella fuera a realizar el jornal, aunque a veces lo hacían al revés, Mª Dolores se quedaba al cuidado de sus hijos y su madre la sustituía en el trabajo, porque según le decía “ella los entendía mejor”.
Da igual el tiempo que reine, llueva o luzca el sol, ella tiene que ir a trabajar, teniendo por techo una especie de malla que mitiga los efectos del clima, aunque casi se podría decir que el inmeso cielo, hace de techo de su lugar de trabajo.
Antiguamente iba caminando, ahora no tanto porque hay otros medios para llegar hasta Las Moriscas, que es donde mayor tiempo ha trabajado, aunque también lo ha hecho en la zona donde llaman “Las Candelarias” o más conocida como de “Don Salvador”.
JUANA MARTÍN BOLAÑOS
Natural del Valle de Agaete y vecina de la Vecindad de Enfrente.
Desde antes de alcanzar la mayoría de edad, acudía como ayudante de su tía a coger tomates y ya cuando alcanzó los 18 años, pasó a ser titular de su propia parcela.
Trabajó en las tierras donde llamaban de “Don Salvador” hoy más conocida como zona de “Las Candelarias”, en la zona de “Chapín” y en los “Giles”, aunque desde hace unos años hasta la actualidad la podemos encontrar en “El Cerrillal” más conocido por El Cardonal.
Venía desde El Valle en el “coche de hora”, a veces se llevaba la comida y otras la preparaba allí, en unas chozas que se construían para guardar utensilios propios del trabajo del campo, que eran aprovechadas también para cobijarse de las inclemencias del tiempo y hacer un descanso después del almuerzo y continuar con su jornada laboral por la tarde, si la cosecha así lo requería.
Tuvo que compatibilizar su papel de madre, con el trabajo fuera de casa, así recuerda ir embarazada a trabajar y su tía ayudarla a cargar y descargar de la cabeza las cajas de tomates.
Refiere que los sitemas de cultivo del tomate han cambiado y del uso antiguo de las cañas se ha pasado al sistema de descuelgue o amarrado a alambres (verguilla) y también de la carga al hombro o a la cabeza de las cajas de tomates, se ha facilitado su transporte a través de carros móviles, destacando en todo caso la dureza del trabajo.
MILAGROSA SOSA GARCÍA
Natural del Valle de Agaete y vecina de la Vecindad de Enfrente.
Vinculada al sector de la agricultura desde muy joven, ya que ayudaba a su madre, que plantaba tomateros en el municipio, en la zona conocida por «El Chapín».
Comenzó a trabajar de forma profesional en el cultivo del tomate en el
año 1972 para la empresa Bonny, en la zona conocida por «Las Moriscas»
en Agaete y en «Los Giles», en Las Palmas de Gran Canaria hasta el año
1975, momento en el que decide contraer matrimonio, dejando temporalmente la actividad, para dedicarse al cuidado de su familia y a las tareas del hogar.
En el año 2000, vuelve a retomar su trabajo de aparcera con la misma empresa hasta la actualidad, pero no por ello ha dejado de ejercer de madre, abuela y ama de casa.
MARTINA VALENCIA MELIÁN
Más conocida por “Alcira”, es natural del Valle de Agaete y reside donde llaman “El Hoyo”.
Es la segunda de cuatro hermanos y hermanas, cursó sus estudios primarios en el Colegio Público de El Valle, aunque con tan sólo 14 años los tuvo que dejar, ya que eran tiempos difíciles y ser una de las hijas mayores le otorgó la responsabilidad de colaborar en las tareas del hogar y ayudar a su madre, en las tareas de cultivo del tomate, en las plantaciones ubicadas en el pago Chapín
A la edad de 16 años contrae matrimonio y de esa unión nacen tres hijos/as, dedicándose en los años siguientes a su crianza y a las tareas del hogar. Pero en el año 1983 decide comenzar a trabajar como parcelera en la empresa Juliano Bonny Gómez, trabajo que ya conocía por ser desarrollado por su madre, familiares y amistades, ya que, en aquel momento era la principal fuente de ingresos de muchas familias del municipio, siendo la salida laboral más viable para muchas mujeres.
Los comienzos en aquellos años eran complicados ya que, trabajar la tierra era muy duro y si a eso se unía la dificultad de conciliar la vida familiar con la laboral. La empresa les facilitaba el traslado hasta su lugar de trabajo, poniéndoles a su disposición un medio de transporte que salía desde temprana hora de la mañana y regresaba a última de la tarde. A pesar de la dureza del trabajo, esto le suponía un aliento de futuro, ya que con él podía garantizar a sus hijas e hijo la calidad de vida y los estudios que toda su generación siempre añoró.
La manera de desarrollar el cultivo del tomate en esa época, eran muy diferentes a cómo se desarrollan en la actualidad, los nuevos avances en las técnicas de cultivo, la mejora del lugar de los mismos y los nuevos materiales, hace que sea menos duro que años atrás.
También es importante mencionar que los avances legislativos en materia de prevención de riesgos laborales ha mejorado notablemente la calidad de vida de las parcelarias, antiguamente las trabajadoras estaban expuestas a sustancias tóxicas necesarias para el control de plagas, hoy en día esto ya no es así, ya que están obligadas a ausentarse de las instalaciones mientras se realizan las operaciones de mantenimiento de los cultivos.
La posibilidad de que los trabajadores/as puedan desplazarse al lugar de trabajo con su propio vehículo hace que también les sea más fácil conciliar la vida familiar con la laboral.
Actualmente se utilizan nuevas técnicas para la recolección, antes la parcelera tenía que arrastrar o levantar pesos comprendidos entre los 15 y 25 Kg, en la actualidad se utilizan carros que hacen que el/la trabajador/a no tenga que realizar ese tipo de esfuerzos que con el tiempo acarreaban grandes problemas de salud.
Aun así, trabajar la tierra siempre será duro, haga frio o calor, siempre tiene que estar atendida, convirtiendo la agricultura no sólo en un trabajo, sino en la virtud del esfuerzo y la constancia.
CONSTANZA SOSA DÁMASO
Natural del Valle de Agaete y vecina de la Vecindad de Enfrente.
Terminó el Graduado Escolar en el Colegio Público de El Valle y desde los 13 años comenzó a trabajar para la empresa Juliano Bonny Gómez, recibiendo su propio salario, aunque la cantidad que percibía era inferior a la de las mujeres adultas.
Mientras trabajaba como “peona” no descansaba, siempre estaba en activo y ya podía estar en las tierras, echando estiércol y/o azufre, preparando semilleros o la podíamos encontrar en el almacén o en las plantaciones de cebollas, dependiendo donde la mandaba la empresa.
Luego decidió ser aparcera y tener su propia parcela, así plantó en la zona de Chapín, donde llaman de “Don Salvador”, en los Giles y en el Cardonal que es donde trabaja en la actualidad.
Antes se trasladaba hasta su lugar de trabajo caminando, cogiendo la guagua o haciendo uso del transporte que facilitaba la empresa a sus empleados y empleadas. Pero con el tiempo y a base de mucho esfuerzo y empeño, decidió sacarse el carnet de conducir y hoy en día dispone de su propio vehículo, lo que le ha facilitado poder compaginar su vida laboral con la familiar, porque esta mujer es madre de dos hijos, no dejando de acudir a su trabajo ni cuando estaba embarazada.
Considera que el cultivo del tomate ha tenido grandes avances técnicos que hace que el trabajo hoy en día, sea más llevadero, aunque igual de duro. Por ejemplo antes tenían que hacer los zocos, las tornas para regar, ovillos de rafia aunque hoy también se hacen ovillos pero de hilos, etc.
SEBASTIANA SÚAREZ JIMÉNEZ
Natural del Valle de Agaete y vecina de la Vecindad de Enfrente, más conocida por “Gloria”.
Con 9 años ya ayudaba a sus padres en el cultivo del tomate, les acercaba los palos para que los colocaran o les preparaba las tiras de plataneras, pero fue con 14 años cuando empezó a trabajar como “peona”, una vez que terminó sus estudios primarios en el Colegio Público del Valle, aún recuerda como su padre lloraba en su primer día de trabajo, porque él no quería que dejara sus estudios, pero ella consciente de las dificultades que tenía su familia para salir adelante, tomó esa decisión.
Desde hace 15 años aproximadamente es aparcera en la zona donde llaman “El Cardonal”, aunque ha trabajado como peona en “Las Moriscas” y en “Los Giles”.
Destaca que actualmente el trabajo que realiza es más liviano que el que se realizaba hace años, ya que ahora la empresa prepara las tierras con arados y monta los invernaderos, se dispone también de un sistema de riego por goteo, mientras que antiguamente había que meter las tornas. Se planta el tomatero en cada gotero y una vez que va creciendo se va amarrando y enredando por medio del hilo, antes se usaba el sistema de palos. Los aparceros le ponen abono y ya la empresa a través de personal preparado para ello, les echa veneno para proteger el cultivo de bichos y bacterias. A los dos meses de haber plantado el tomatero se procede a recoger el tomate para su posterior traslado al almacén y comercialización.
El salario que se percibe por la realización de este trabajo, es muy bajo y no se corresponde con la dureza del mismo.
MARIA DÁMASO SOSA
Más conocida por “Marusa”, es natural del Valle de Agaete y vecina de la Vecindad de Enfrente. Se ha dedicado además del cultivo del Café, a tareas del campo, así desde muy niña acudía a los Montes del Pinar de Tambada, Tirma, Tifaracá o el Vaquero, a recoger pinocha, que era utilizada en aquella época para el empaquetado de plátanos o para “hacer la cama” de los animales. Ella se encargaba de recogerla y luego la vendía a la empresa “Hermanos Tito”, que se la pagaban a razón del peso.
Desde los 15 años trabajó en la zona de Las Longueras para D. Agustín Manrique, cogiendo cebollas, papas, tomates y también café. Pero es en los años 90 cuando adquiere una finca cerca de su casa, “Las Chozetas” y se dedica al cultivo de este último.
La finca ya tenía cafetales plantados, cuando la compró, pero posteriormente amplió la plantación y con la asociación AgroAgaete, de la que era socia, se formó en su cultivo, acudiendo a cursos y jornadas, incluso fuera de la isla, hasta que hace aproximadamente dos años, empezó a comercializar su café, con su propio Registro Sanitario.
Ella misma con la ayuda de sus hijos e hijas en ocasiones, se encarga del riego, limpieza de gajos secos, poda de los cafeteros y posteriormente procede a la recogida del café, que suele ser entre mayo y junio, pero debido al clima, incluso se recoge en el mes de febrero.
Posteriormente lo pasa por la máquina para quitar la cáscara, dejándolo reposar 18 horas para que fermente, luego lo lava y quita los que no sirve, para luego dejar secar durante 9 días en los secaderos y finalmente, los recoge. Si lo va a tostar le quita la cáscara y si no, se la deja para que el café se conserve mejor. Una vez tostado procede a su empaquetado y venta, quedando listo para su consumo.
ANTONIA EXPÓSITO MÉNDEZ
Más conocida por Toñi, de la Quesería del Rosario.
Su labor comenzó hace 39 años colaborando con su marido. Dando de comer a los animales y plantando papas y calabaceras. Esta labor la combinaba con el trabajo de madre, de un hijo y dos hijas, y las tareas propias del hogar. Cuando sus hijos estaban en la etapa escolar, sus días transcurrían en llevarlos al colegio, ir a la explotación, regresar a la hora de la comida y atender a sus hijas e hijo y regresar al trabajo.
Su empresa familiar de agricultores y ganaderos comenzó con un pequeño terreno donde pusieron unos pocos animales y haciendo unos Kg de queso. Con los años ampliaron las instalaciones del ganado teniendo separado las cabras de las vacas y han pasado de una pequeña sala con una ordeñadora de carro, a sala de ordeño amplia con ordeñadora mecánica. También, ampliaron la quesería y mejoraron la maquinaria.
En la actualidad cuentan con ganado caprino (100 cabras aproximadamente) y bovino (40 cabezas). La leche producida se destina a la elaboración de queso tradicional.
Ahora Toñi es el pilar de la familia, aunque sus hijos ya son mayores de edad, continúa con el cuidado de los animales, darles de comer, ordeñar, elaborar quesos y todo lo relacionado con la documentación administrativa de la empresa, a esta última tarea le ayuda haber estudiado auxiliar administrativo. Además, participa en ferias que se realizan en el norte de la isla exponiendo y vendidendo sus quesos. Por fortuna, cuenta con una clientela fija y suministra sus productos a diferentes bares y tiendas.
Dos aspectos resalta Toñi de su trabajo, el primero que es un trabajo que te tiene que gustar, pues trabaja 365 días al año 12 o 13 horas diarias, con la colaboración de sus hijos, y en segundo lugar que continúa con el aliciente del primer día y es luchar por el bienestar de su familia.