La exposición, que permanecerá abierta hasta el 31 de agosto y se podrá visitar gratuitamente de martes a domingo de 10.00 a 19.00 horas, ha sido posible gracias a la estrecha colaboración de la Casa-Museo Antonio Padrón-Centro de Arte Indigenista de Gáldar, dependiente de la Consejería de Cultura del Cabildo al igual que la Casa-Museo León y Castillo, y el Ayuntamiento de Telde.
Las obras seleccionadas para esta exposición pretenden subrayar la peculiar mirada de Antonio Padrón (Gáldar, 1920-Gáldar, 1968) sobre los elementos paisajísticos y etnográficos de la Isla, estableciendo en este caso un nexo de unión y reflexión entre el Norte y el Sur de Gran Canaria y destruyendo pincelada tras pincelada el mito de su dualidad.
El particular prisma aplicado sobre el entorno por parte del pintor indigenista se refleja claramente en las ocho obras que estarán presentes en la Casa-Museo León y Castillo. Se trata de los óleos ‘Santiguadoras I’ (1961), ‘Cañas’ (1960), ‘Pelea de Gallos’ (1961), ‘Pescador’ (1960), ‘Alfarera’ (1954), ‘Mujer Infecunda I’ (1962), ´Ídolos Guanches’ (1967) y, por último, ‘La tienda’ (1966).
Padrón y la simbiosis con el entorno
La obra de Antonio Padrón no puede comprenderse sin su relación casi simbiótica con el entorno paisajístico y las gentes que habitaban los espacios rurales y marineros de Gran Canaria y la fascinación que le provocaban. Pintor, escultor, ceramista y compositor, entre otras facetas ligadas a la creación artística, su existencia transcurrió en una íntima simbiosis con su tierra y con su gente. La tierra y la gente de su alrededor no fueron sólo la tierra y la gente que él llevó a sus cuadros y las que dieron razón de ser a su arte: constituyeron también el mundo al que el artista estaba unido vitalmente. Su aspiración a un arte genuino, alejado de toda influencia, y su carácter solitario, dan a su obra una singularidad especial dentro de la plástica canaria de siglo XX.
Además, hay que recordar que la revalorización de los elementos del primitivo arte autóctono propugnada por los pintores y escultores de la Escuela Luján Pérez (Felo Monzón, Jesús Arencibia, Jorge Oramas, Plácido Fleitas, etcétera), le descubrieron el sorprendente universo pictórico que ofrecía Gran Canaria. Emergió de este modo una pintura indigenista insular cuyas características distintivas residían, según Padrón, en los «propios ocres y rojos, en los tonos cálidos» que tenían la tierra canaria, «situada alrededor del volcán».
Padrón, uno de los personajes fundamentales de la pintura canaria del siglo XX, ingresó en 1942 en la Escuela Central de Bellas Artes de San Fernando (Madrid), donde tuvo como profesores a Vázquez Díaz, Julio Moisés, Enrique de la Fuente Ferrari, Velarde y Ramón Stolz. En 1949 obtuvo el título de profesor de dibujo y permaneció en Madrid hasta 1951, año en el que regresa a Gáldar definitivamente.
En 1950 había participado en una exposición colectiva con motivo del Primer Salón de Arte en Santa María de Guía y en la que participaron también Felo Monzón, Manolo Millares, Miró Mainou, Juan lsmael y Plácido Fleitas. Tras su instalación definitiva en Gáldar, Antonio Padrón permaneció recluido sin apenas contacto con el mundo artístico y cultural insular. Ya en 1954 tuvo lugar su primera exposición individual con 36 obras realizadas entre 1950 y 1954 expuestas en el Museo Canario de Las Palmas de Gran Canaria.
En 1958 obtuvo el Primer Premio de la VIII Bienal Regional de las Bellas Artes en el Gabinete Literario. Un año más tarde, tres obras suyas pasaron a formar parte de la Exposición de Artistas Canarios en París organizada por la Biblioteca Española. En 1960 fue distinguido con el Primer Premio de Conjunto-Pintura en la IX Exposición Regional de Bellas Artes, en el Gabinete literario de Las Palmas de Gran Canaria.
Antonio Padrón realizó su última exposición individual en 1965 en la Casa de Colón. En 1966 realizó su última exposición en vida participando en la muestra colectiva en la Modern Art Gallery de Las Palmas de Gran Canaria junto a Plácido Fleitas, Pepe Dámaso, Eduardo Gregorio, Dieter Kovanka, Lola Massieu y Felo Monzón. Hasta su muerte en 1968, Padrón se dedicó intensamente a pintar, desarrollando una gran actividad creativa llena de expresionismo dramático que le seguirá hasta el final de sus días.