El Carnaval Africano de Gáldar se despidió este viernes con el entierro de la sardina, que puso fin a 15 días de auténtica transgresión y desenfreno en uno de las carnestolendas más participativas de los últimos años.

Sobre las 21 horas partía desde el polideportivo municipal la comitiva, entre la que destacaba la carroza fúnebre con el cadáver de la sardina y la carroza del carnaval, que ponía ritmo al trayecto.

Desde ahí partieron los habituales del entierro, los que cada año trabajan artísticas fantasías exclusivamente para este día. Pero poco a poco a lo largo del trayecto fueron sumándose desconsoladas viudas, especialmente en el cruce con la calle Santiago, donde se sumó también la banda Gran Canaria.

Se notó este año un aumento en el número de curas, cardenales, monjas y monaguillos, que no quisieron dejar pasar la oportunidad de dar la extrema unción a una sardina del carnaval a la que ya poco le quedaba.

Al llegar al frontis del casino, y antes de bajar el cadáver de la carroza, el pregonero fe las fiestas, Suso Castellano, protagonizó desde lo alto uno de sus shows particulares, entregándole a cada concejal una banda artística.

Posteriormente, sobre la medianoche, el alcalde de la ciudad, Teodoro Sosa, fue el encargado de prender la incineración de doña Sardina a los sones de la marcha fúnebre con la Banda Guayedra, para poner fin así a unas fiestas que han sido todo un éxito y que se despiden hasta 2018.

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