La Casa-Museo Antonio Padrón-Centro de Arte Indigenista de Gáldar abre el día 2 de julio, a las 12:00 horas, la exposición ‘Gracias Lola’, con una veintena de obras del artista Raúl Mendoza que hacen un homenaje a Dolores Rodríguez Ruiz, tía del pintor galdense e impulsora de la creación de este centro museístico que celebra este año su 50º aniversario.
Esta muestra podrá visitarse de manera gratuita en el espacio expositivo ‘El Voladizo’ hasta el día 29 de agosto, de martes a domingos, de 10:00 a 18:00 horas, y la apertura puede seguirse de manera virtual por las redes sociales de la Casa-Museo.
La propuesta es una invitación a recorrer la historia del museo y la generación de las imágenes que hoy se tienen del pintor y de su obra, explica el artista que ha realizado sus cuadros en su mayoría con soportes mixtos, como lienzo y tabla, y también en papel y en origami. También predominan las técnicas mixtas, como acrílicos, rotuladores o lápices. En su mayor parte, además, son polípticos, es decir, cuadros compuestos que conforman uno.
Se trata de una muestra que persigue una aproximación a todo lo que rodea a Antonio Padrón, centrándose en la figura de esta mujer, clave en la vida del artista, detalla. Es una excusa para explicar su visión de la obra del pintor para poner en valor algunas cuestiones que rodean su vida y desmitificar otras, agrega.
“Cuando se analiza su obra, acudimos a una simplificación de decir que era indigenista, postindigenista o neoindigenista, y creo que es más complicado que todo eso, porque coquetea al principio con el regionalismo y tiene un guiño muy claro al tipismo de Néstor en uno de sus primeros dibujos. Él tiene un conocimiento del expresionismo que no era el que se llevaba en ese momento en España, por lo que tuvo que conocer el expresionismo alemán posiblemente”, detalla.
Además, Mendoza destaca el compromiso que él tenía con la parte didáctica del arte, con la necesidad de hacerse entender, y de por qué renuncia al abstracto. “No es un rechazo a la modernidad, sino que no tenía la necesidad de malvivir del arte y llega a rechazar ofertas de exponer en París”, recuerda.
“Si fuera solo por el número de escritos y teorías sobre su legado y su persona, cualquiera se sorprendería al descubrir que su producción fue tan corta y la difusión de su obra, tan escasa. Y sin embargo, en el noroeste y especialmente en Gáldar, es considerado un ícono del arte de vanguardia al mismo nivel que Luján lo fue para la escultura en la edad moderna”, asegura Rodríguez sobre Antonio Padrón.
En este fenómeno jugaron un claro papel nombres propios que idearon y culminaron la creación de su casa museo y propagaron después su obra y su personalidad como profesores y como artistas, de modo que, aunque la personalidad del autor destacó con fuerza en la Gáldar de su momento, contribuyeron, a partir de sus particulares visiones de Padrón, una suerte de mito en el que se entremezclan arquetipos como Narciso, Teseo o Ícaro, explica Mendoza.
Con respecto a Dolores Rodríguez Ruiz, Mendoza asegura que “es más que hija de su tiempo, heredera de la tradición de las oligarquías rurales de Canarias, donde, más allá de lecturas maniqueas, la importancia del capital social y el progreso de sus comunidades, jugaba un papel crucial en su modo de vida”, explica.
Y es que sin Dolores Rodríguez, Antonio Padrón hubiera sido otro Antonio, y su obra, hubiera sido otra, añade. “No sólo jugó un papel esencial en la educación afectiva de su sobrino, que se había quedado huérfano, sino que mantuvo y alentó sus estudios, auspició sus creaciones y posteriormente, donaría su obra para la creación de un museo público”, detalla el artista.