Los hermanos Juan, Francisco, Andrés, Antonio y Manolo García Déniz nacieron en Santa María de Guía y todos llevan en su sangre la vocación de herreros. Su padre, Juan García, comenzó en el oficio de la herrería y la cuchillería en Palma de Rojas, a finales del siglo XIX.

Antonio pertenece a la 3ª generación de herreros. Comenzó a trabajar con su padre a la edad de 10 años. Recuerda que aprendía el oficio junto a sus hermanos nada más salir del colegio, hasta que en 1947 comenzó su dedicación al negocio familiar.

Antonio tuvo talleres en distintos puntos de la geografía insular: primero en Juncalillo, junto a su hermano Juan; Más tarde en Piedra Molino, en Santa María de Guía, donde conoció a su esposa, Olga Medina, a la que tantas veces puso a su lado para halar por la forja.

Hace unos años se trasladó hasta Barrial, donde instaló su taller en un humilde cuarto, donde el proceso de elaboración del cuchillo canario se realiza de principio a fin. En él se sientan las tres generaciones, rodeados de atarecos que ya usaban sus antepasados, para evocar recuerdos y recordar cómo les ha cambiado la vida, un ejercicio que se ve favorecido por un entorno entrañable donde el tiempo parece haberse detenido.

Sus hijos Jesús y Carlos García, afortunadamente, han decidido continuar la tradición, convirtiéndose en la cuarta generación que hereda el taller. Desde temprana edad, a los 10 años, igual que hacía su padre, ya vendían los cuchillos realizados en el taller familiar. Jes´sus se independizó laboralmente, pero Carlos continuó viviendo en Barrial, lo que le permitía participar en ferias locales, insulares y regionales.

Carlos García creció en Barrial de Gáldar, adonde llegó a la edad de cinco años. Ya de niño aprendió algunas técnicas junto a su padre, pero no fue hasta la adolescencia cuando comenzó a trabajar de lleno en el taller. Reconoce que se le “coge cariño” a la profesión, pero para poder vivir de ella tanto él como su hermano han tenido que saber moverse. Hoy en día, sus cuchillos se venden en todas las islas y fabrican desde el más tradicional.

Precisamente, la herrería es labor de grandes artesanos que, con esfuerzo y sudor, forjan el hierro para obtener los más variados instrumentos. De entre todos ellos destaca uno: el cuchillo canario, que con el paso del tiempo se ha convertido en una pieza de arte canario. Pero no solo de la forja vive el artesano de los cuchillos, quien se las tiene que ingeniar para darle forma a otros materiales como el acero, cuernos, latón, madera, marfil, hueso y alpaca o incluso oro y plata. Un cuchillo canario de calidad extraordinaria puede tomarse unas 10 o 12 horas de trabajo, cuentan Carlos y Antonio con orgullo.

Afortunadamente, el oficio de la herrería parece que tiene seguro asegurado en Barrial, ya que la quinta generación, el hijo de Carlos, Cristóbal García Martín, parece que continuará con él durante mucho tiempo en su pequeño taller de Barrial, uno de los pocos que perduran en el archipiélago.

El arte poco ha cambiado, explica Antonio, pero todo lo demás “ha cambiado muchísimo, algunas cosas para bien y otras para mal”. “Antes se hacía de todo en el taller, no solo cuchillos, sino todos los intrumentos relacionados con la labranza: sachos, arados, picos canarios, herraduras, etc.”.

A pesar de todo, don Antonio no piensa en retirarse, cuenta que él solo se retira “cuando se va a dormir”.

Sirva este texto, extraído del programa de las fiestas de Nuestra Señora de Los Desamparados de Barrial, de homenaje a este noble oficio y a los artesanos que aún hoy perduran manteniendo con vida una de las tradiciones canarias más antiguas.

Enlace a la carta etnográfica del herrero Antonio García Déniz.

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