La celebración en el día de hoy del XI Aniversario del Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada, en Gáldar, se convirtió ante todo en un emotivo homenaje a la desaparecida profesora y artista Pepita Medina Suárez, Hija Predilecta de la ciudad galdense, y a través de ella a todas las personas, en muchos casos anónimas, que reclamaron y participaron activamente la preservación del yacimiento y su posterior uso museístico.

“Pepita Medina nos trae a la mente la imagen de esa gente que aportó su grano de arena y que ha hecho posible que estemos aquí disfrutando de este legado”, resumió el consejero de Cultura del Cabildo de Gran Canaria, Carlos Ruiz. La directora del museo y parque arqueológico, Carmen Gloria Rodríguez, también recalcó el papel crucial jugado en este camino por la sociedad galdense.

La estrecha relación entre Pepita Medina, fallecida en octubre del pasado año y fundadora de la Academia Municipal de Dibujo y Pintura que lleva su nombre, y la Cueva Pintada quedó de manifiesto ante el numeroso público asistente con la proyección de una antigua entrevista donde ella misma recordaba cómo participó en la primera limpieza que se hizo de la cámara decorada en los años setenta, hecho que Carmen Gloria Rodríguez tildó de “fundamental para su posterior musealización”.

Posteriormente, se hizo entrega a sus dos hermanas, Pino y Teresa, de una fotografía de la Cueva Pintada con la inscripción de unas palabras de tributo y recuerdo a su figura. El carácter altamente emocional de la cita tuvo un colofón musical con las tres piezas interpretadas por Caravansar Trío, que se unieron a una jornada festiva en la que también participaron los títeres de Arminda y sus amigos y en la que el espacio abrió sus puertas de manera gratuita.

La directora del museo destacó también “el liderazgo cultural y como elemento turístico” alcanzado por Cueva Pintada. Por su parte, Carlos Ruiz recalcó que el espacio alcanza este undécimo aniversario consolidado como un centro de referencia en el campo de la arqueología por la permanente y puntera labor de conservación, investigación y difusión del patrimonio insular que lleva a cabo, centrada en uno de los yacimientos prehispánicos más espectaculares del archipiélago.

El Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada se mantiene fiel a una filosofía marcada por la innovación permanente y la mejora de las instalaciones en beneficio tanto de la conservación del legado que custodia como de su conocimiento público.

III Campus de Arqueología Cueva Pintada

Como prueba de este carácter vivo, hasta finales de semana se celebra el III Campus Arqueología que organizan el Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada y la Universidad de Castilla-La Mancha. En él participan futuros investigadores e investigadoras que se forman en las universidades de Castilla-La Mancha, Autónoma de Madrid, Barcelona, Valencia, La Laguna y Las Palmas de Gran Canaria, así como en la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Galicia.

El museo y parque arqueológico muestra el resultado de las campañas de investigación realizadas en este lugar desde 1987, las cuales han constatado que la Cueva Pintada formaba parte de un caserío de más de cincuenta casas y cuevas artificiales, fechadas entre los siglos VII al XVI que se integraba en el poblado prehispánico de Agáldar.

La apertura del Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada ha estado precedida de un largo camino no exento de obstáculos. Los historiadores Celso Martín de Guzmán y Elías Serra Ráfols resultaron fundamentales en su rescate con una campaña de concienciación iniciada en 1967 que forzó unas obras de protección y aislamiento de las humedades en 1970.

El espacio fue declarado Monumento Histórico Artístico en 1972 y a partir de 1987 se iniciaron los primeros trabajos de excavación bajo la dirección del citado Martín de Guzmán y de Jorge Onrubia, profesor de Prehistoria de la Universidad de Castilla-La Mancha, iniciativa que reveló la presencia bajo la superficie del poblado de Agáldar. Las sucesivas prospecciones en el terreno han hecho posible que el visitante pueda contemplar el caserío que de forma escalonada se distribuye desde el fondo del barranco hasta el actual casco histórico de la ciudad de Gáldar.

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